El primer paso

Cuando abrí los ojos el tren había llegado a su destino. Me incorporé con mucho ánimo y una gran sonrisa en los labios, aún medio dormida. Me dolía el cuerpo de tanto tiempo en la misma posición pero tan siquiera lo notaba. Me eché a la espalda la mochila, que pesaba lo suyo, y me lancé al exterior con entusiasmo. ¡¡Había llegado al Pueblo del Pinar!! De hecho, ¡¡estaba en Shibuyi!! No había salido de Kanto en toda mi vida, tan solo a través de la televisión, y aunque no era tan diferente... para mí era todo un nuevo mundo que se abría ante mis ojos. Respiré el aire limpio y comencé a correr en busca del laboratorio Pokémon. Mientras tanto abría un lateral de mi mochila y comía algunas galletas para no tener el estómago vacío.

Tras veinte minutos dando vueltas por los mismos sitios encontré el laboratorio. Yo soy una persona muy fuerte, extrovertida y valiente, por supuesto, pero aún así sentí cómo se me torcían las piernas temblorosas y se me aceleraba el pulso. Sabía que allí podría conseguir a mi primer compañero de viaje, ese que llevaba tantos años esperando, y que no había podido ir a buscar hasta mis 19 años de edad. Respiré hondo y abrí la puerta con el mejor gesto de decisión que pude poner.

- ¡¡HOLA!! - grité frunciendo el ceño - ¡Quiero un Squirtle! ¡Quiero mi primer Pokémon! ¿Hay alguien? - cerré la puerta tras de mí y me adentré con rápidos pasos, todavía respirando con dificultad por la carrera.