Como siempre, aunque me habían despertado pronto, llegaba tardísimo. Me vestí rápidamente y preparé la mochila. Comencé a comprobarlo todo, el cepillo, la ropa… ¡oh, mis revistas! ¡Y me faltaba una buena ración de comida! Asalté la nevera y metí un montón de comestibles en la bolsa. Salí pitando de casa, con un bollo en la boca. Cogí la bicicleta y sacudí la mano, despidiéndome de mi madre.
Pedaleé velozmente por las calles, ansiosa por llegar hasta el laboratorio. Lo conseguí después de estamparme varias veces -estampando al bollo conmigo-, tenía la cara magullada y las rodillas malheridas… ¡pero ahí estaba! Caminé hasta la puerta dando grandes zancadas, apresuradamente. Abrí la puerta de un manotazo y vociferé:
-¡Profesor Geeeeeeeeeerald! ¡Ajá, ahí está! -lo señalé- ¡Déme mi Staryu!
Me puse a dar saltitos, extendí las manos y lo miré totalmente emocionada. ¡No podía estarme quieta!
Pedaleé velozmente por las calles, ansiosa por llegar hasta el laboratorio. Lo conseguí después de estamparme varias veces -estampando al bollo conmigo-, tenía la cara magullada y las rodillas malheridas… ¡pero ahí estaba! Caminé hasta la puerta dando grandes zancadas, apresuradamente. Abrí la puerta de un manotazo y vociferé:
-¡Profesor Geeeeeeeeeerald! ¡Ajá, ahí está! -lo señalé- ¡Déme mi Staryu!
Me puse a dar saltitos, extendí las manos y lo miré totalmente emocionada. ¡No podía estarme quieta!