Onada Dom Feb 12, 2012 10:33 pm
Cuando la Pokéball dejó de moverse e hizo ese sonido característico sentí la alegría y el alivio desbordándome. Bloki y Mirto rugieron al unísono con alegría. Lo primero que hice fue tirarme al suelo y abrazar al Squirtle con fuerza.
- ¡Gracias Bloki, has estado genial! Has sido muy valiente. ¿No te daba la sensación de que ese Pokémon no era normal? Aunque "ese Pokémon" es ahora uno de nuestros compañeros...
Había estado algo seria hasta ese instante, en el que sonreí tanto que pensé que se me encajaría la mandíbula. Agarré la Pokéball del suelo y vi de refilón a Mirto que se aproximaba. Antes que nada saqué a Nidoran de su Pokéball y le acaricié la mejilla.
- Lo has hecho muy bien, Spike - dije casi instintivamente - ¿Te gusta ese nombre? - el recién nombrado Spike sonrió y me colocó una pata en la rodilla flexionada - ¡Así me gusta! ¡Somos un gran equipo!
Distraídamente acaricié la cabeza de Mirto, que se alejó rápidamente y se situó entre Bloki y Spike, un tanto más lejos de mi alcance. Suspiré y los miré con una medio sonrisa. Se me hacía extraño que hace tan poco no conocía a ninguno de ellos y ahora formaban parte de mi vida.
Miré la Pokéball de Celebi que se encontraba en el suelo y la sujeté con firmeza. ¿Y si no me quería, como Mirto, y nos hacía daño? ¡Eh, espera, espera! ¿Qué son esos débiles pensamientos? ¡Voy a ser MAESTRA Pokémon! Lancé la Pokéball con fiereza. En el acto salió aquel Pokémon que tanto me había asustado con sus ojos en blanco. Me observó con su mirada azul como el océano. Tenía la piel rugosa y verde como si fuese de hojas. Rió flojito y se puso a mi lado, acariciándome la mejilla con su gran cabeza que parecía simular una cebolla. Me quedé muy quita, sorprendida. Me sentía como una heroína que había derrotado un gran dragón.
- Je, je... Encantada, Celebi. Soy Onada y... joder, no me toques la nariz... ¡Ahora seré tu entrenadora!
El Pokémon me miró muy de cerca y se acercó a Mirto, la cuál se alejó igual de rápido que había hecho conmigo, mirándole con cautela. Saqué la Pokédex con curiosidad y apunté al nuevo miembro del equipo.
- ¡Wow! Tipo Psiquico Planta, con razón hacía un ataque tan raro... Confusión, se llama, ya veo... - leí su información y me quedé sin aliento y casi sin habla - ¡¿L-legendario?! ¡Pero qué... eso es imposible! Los Pokémon legendarios son casi únicos, muy poderosos, y... - miré anonadada a mi Pokémon y seguí leyendo - ¿Viajar en el tiempo? ¿Es acaso una broma de mal gusto? Esto es... necesito ver a un experto y preguntárselo.
Me sentía mareada. Me puse en pie y traté de mantenerme seria e indignada, pero no podía dejar de pensar que simplemente era cierto: tenía un Pokémon legendario. Un Pokémon increíblemente fuerte, bello y cariñoso. Los miré a los cuatro, que parecían muy alegres, y giré un cabello distraídamente en el dedo.
- Empezais a ser muchos, pero mientras no estemos en la ciudad os dejo ir fuera de las Pokéballs. ¡Ahora andando o no llegaremos nunca!
Recogí rápidamente los restos de la comilona y continué el camino, observando el comportamiendo de cada uno de los Pokémon que me seguían sin descanso.